un tremendo fanfarrón
Humo de tabaco, de lámparas de petróleo y la numerosa concurrencia hacían el ambiente del local muy desagradable. Para hacerse oír elevaban la voz, y los de al lado se veían en la necesidad de, a su vez, gritar más, con lo que el griterío era inaguantable. El barman no hacía más que pedir silencio, pero inútilmente.