un grupo de locos
El encargado de la misma, Philip, estaba contento. Cada llegada del vehículo suponía para él una venta de bebidas y de comidas, con la que ganaba bastante. Hacían un descanso para pasar la noche antes de seguir viaje. Y ello suponía comida y desayuno para cada viajero. Los que estaban discutiendo, se asomaron a la puerta para ver quiénes viajaban. Sin descender todavía, el conductor decía al sheriff, que habían rechazado un ataque en el camino.