un buen pistolero
El tren se detuvo lentamente. Y en el momento de detenerse, una banda de música comenzó a interpretar un alegre pasacalle. En uno de los descansillos o plataformas, un hombre de elevada estatura saludaba con la mano a los cientos de personas que había en el andén y que daban vivas estentóreos. El nombre que repetían era el de Nelson Burlington.