¡traidores!
La muerte rondaba por aquel local desde hacía varios días. Habían, muerto ya varias personas, a pesar de que antes fueron avisadas... y ahora le tocaba el turno a una mujer preciosa, de la que estaban enamorados todos los hombres de la ciudad... ¡Solo un hombre podía librar de la muerte a todos los que estaban en la fatídica lista, y de él decían que había aprendido a disparar del mismísimo diablo!