tragedia en la selva
Toinette La Motte contemplaba desde la puerta de su casa, la plantación que desde allí se dominaba en gran parte, y el río que frente a ella desfilaba rugiente, engrosado por las intensas lluvias de aquellos dos días. Se estaba haciendo de noche y sus criados, todos negros, empezaban a encender las luces. La del día iba cambiando de tonalidades hasta convertirse en una mancha levemente sonrosada, en la que surgían pinceladas oscuras con gran rapidez. La lluvia tenía la virtud de llevarse miríadas de mosquitos, lo que permitía que los mosquiteros pudieran permanecer levantados.