su primer hombre
La vida del conductor ha sido de las más duras del Oeste y había que tener una fortaleza física comprobada para sostenerla durante unos cuantos viajes. Desde el momento de partir con la mugiente manada, colocado en la silla, no descendía de ella nada más que los escasos momentos de las comidas y no de una manera definitiva, ya que con frecuencia habían de evitar que los terneros o sus padres se desviaran demasiado en su voracidad tras los pastos frescos.