PAÍS LIBRO

Autores

m. l. estefanía

sorpresas en san francisco

El comisario salió de la parte en que se hallaban los calabozos y dejó sola a la muchacha, que no por eso dejó de gritar sus insultos que se oían desde la calle. La celda de Penélope no se abrió en dos días, nada más que para entrarle la comida. Y eso que se negó a comer. Era comentario general en la ciudad la detención de Penélope, que era conocida de todos y a quien se estimaba, ya que era popular su honradez y carácter amable.