son unos malditos
El alto desconocido golpeó furioso a Savage y le llevó hasta la puerta de la calle como si fuera un pelele a fuerza de golpes que le hacían ir de un lado a otro. El rostro del dueño del aserradero más importante de Arlington estaba cubierto de sangre. Le dejó caer ante la puerta de la casa. Se inclinó hacia él y le desarmó.