soberbia de pistolero
El jinete detuvo su montura. Descendió lentamente, mientras que sus ojos contemplaban con deleite el paisaje que desde esa altura dominaba. Soltó la brida y sentóse en una roca. Mientras que su vista revoloteaba inquieta sobre el extenso valle que tenía a sus pies, sacó la petaca y la pipa. Cargó ésta de una manera mecánica, Prendió fuego y, como si el humo del tabaco ahuyentara sus viejos recuerdos, sonrió.