¡quieto, hermano!
—¡Hola, míster Blanding! —saludó el barman al elegante que acababa de entrar en el saloon de su propiedad. —¡Hola, Richard! —repuso al saludo míster Blanding. —¿Qué desea tomar? —Lo de siempre. —Le voy a dar un whisky, que he recibido ayer, que le recordará la tierra de sus padres… Si no me han engañado esta vez también, me han asegurado que es lo mejor que se hace en Escocia. Míster Blanding, riendo por las palabras del barman, dijo: —¡Yo te diré si te han engañado o no