pista perdida
Besó el sheriff a su hija, respondiendo complacida a la caricia, y cuando la puerta se cerró, sentóse a su mesa ensimismándose en la corrección de los ejercicios. Pero se detuvo en su labor, y cruzando las manos sobre la mesa, pensó en todo lo que su padre acababa de decir, y por su imaginación pasaron los recuerdos de los años transcurridos en Cincinnati, donde la vida era distinta. Ella había asegurado a sus amigas de allá que el Oeste era encantador, con sus personajes nobles, de leyenda…