patrulleros en la frontera
—Voy a ver esa herida. —¡Te he dicho que no me toques! —gritó el herido. —Pareces muy joven y no quiero echar sobre mi conciencia el peso de una responsabilidad tan enorme. Y se inclinó hacia el caído, que trató de protegerse, pero se desmayó al hacer el esfuerzo con tal propósito. Rasgó la camisa para ver la herida y saltó hacia atrás como si hubiera visto una serpiente. ¡Se trataba de una mujer el que consideró como un vaquero muy joven!