PAÍS LIBRO

Autores

m. l. estefanía

moneda del oeste

Los gritos de los jinetes eran impelidos por el fuerte huracán y apagados por la furia de la lluvia al caer sobre la inmensa laguna en que estaba convertida la pradera. El ganado, atemorizado por los constantes relámpagos y el tronar estruendoso de los elementos, no caminaba en ninguna dirección. La luz brillantísima de los relámpagos, refractados por la lluvia sobre el duro suelo, hería su vista y hacíales mugir sin descanso. Los vaqueros descendían de los caballos y con movimientos constantes de brazos, gritaban al ganado, que iba agrupándose de modo instintivo, como para protegerse, con el mutuo calor de los cuerpos, de tan bajísima temperatura. La gritería de los vaqueros aumentó en intensidad.