matanza en las vegas
La vida de cazador de caballos era muy dura, aunque no lo pareciera a muchos de los habitantes del Oeste. Perseguir a una «familia» o «clan» de potros salvajes, no era misión sencilla ni mucho menos, y una vez atrapadas algunas reses, el domarlas era labor de días y semanas. La persecución duraba semanas también hasta conocer con seguridad la costumbre del «clan», para sorprenderles en los lugares al efecto.