marcados por cobardes
La melena muy negra, alborotada por el viento en el galopar de uno de los caballos más veloces de California, y acariciada por el sol intenso, parecía de plata a distancia. El jinete desmontó ante la mole gigantesca de una casona de estilo colonial español, con gran habilidad. La muchacha estaba encendida de pasión. Sus ojos brillaban intensamente. Era alta, esbelta y ya hemos dicho que era morena. Renata de nombre, era conocida por el de Capulín con que de niña fue, bautizada por uno de los criados indios de la hacienda. Tanto se la llamaba Capulín, que, incluso ella, había olvidado el verdadero nombre y hasta las compañeras en el colegio se acostumbraron al mismo.