¡mañana os sepultarán!
Un alto vaquero entró en el local de Crow y contempló desde la puerta la multitud reunida allí. Sus botas de montar hacían juego, con su gran estatura. Su aspecto era de haber descuidado, durante una larga temporada, su aseo personal. Su rostro estaba cubierto por espesa barba. La camisa remangada dejaba ver unos brazos fibrosos, que hablaban de una gran fuerza y, al igual que su rostro, tostado, labor de los vientos y el sol.