los ojos marcados
—Me ha mandado llamar, patrón? —Pasa, Morris. Hemos de hablar. —Lo agradezco, porque hace un calor que no hay quien lo resista. De seguir así muchos días más, tendremos epidemia en el ganado. Los arroyos se secan y las reses hozan los lechos húmedos aún. —Habrá que agruparlas al norte. Allí tienen agua en abundancia. —Pero los pastos, si se sitúan allí, quedarán esquilmados —dijo Morris.