la muerte viaja en tren
Los vaqueros que habían presenciado la carga del carro, entraron en el saloon de la mujer más bonita que había en el condado. Y en eso estaban todos de acuerdo. Los equipos que llegaban con ganado, era en ese local donde dejaban sus ganancias. Era una verdadera estatua, porque carecía de sentimientos, que no fueran la codicia y el egoísmo insuperable. Desde luego, había montado el mejor local que había en la ciudad. Y se hablaba de grandes cifras para su instalación. Sus víctimas preferidas eran los que vendían ganado, fueran ganaderos o cuatreros. Para ella eran los billetes los únicos que, con los dólares de plata, tenían personalidad.