la meta era la muerte
Separáronse las dos mujeres y mistress Teller, que era la dueña del saloon Bella Aurora en la revuelta ciudad de Sacramento, marchó al encuentro del hombre a quien las dos se refirieron. Era éste un joven de piel tostada y facciones firmes. Los ojos, tan oscuros que parecían muy negros, se movían con rapidez en una y otra dirección. El sombrero, un poco echado hacia atrás, dejaba ver el cabello tan negro como el ébano. En la comisura de sus labios se movía inquieto el resto de un cigarrillo.