la ley de la arena
CUIDADO. ¡No seas impaciente! Es un paso muy peligroso éste. ¡Yo también tengo deseos de beber algo, no creas que eres tú solo el que está sediento! Y el jinete golpeaba cariñoso en el cuello del caballo inclinándose sobre él al apoyarse en los estribos. El animal relinchó como si quisiera responder a su dueño.