la hora del plomo
Dan Wess, una vez en el interior del saloon y convertido en el blanco de todas las miradas, se abrió paso entre la mucha clientela hasta llegar al mostrador. Después de observar durante unos instantes, con verdadera admiración a la joven que atendía el mismo, se apoyó en él sonriendo y preguntó: —¿Alma Side?