la historia más absurda del oeste
Los viajeros en el mismo vagón, se miraban en silencio… Cada uno iba pensando en sus cosas. Y no era tiempo aún para las primeras palabras que solían decirse en situaciones como ésa. Era lógico que las miradas de los ocupantes recayeran sobre una joven de gran belleza y única mujer que iba en ese departamento: La joven iba violenta y trataba de fijar su atención en el paisaje, visto a través de la ventanilla que había junto a ella. De este modo, eludía el mirar a los viajeros. Pero lo que llamó la atención, no fue la belleza de la joven, sino la inquietud de uno de los viajeros que se levantaba cada vez que el tren se detenía y escuchaba el tiempo de parada, descendía del vagón y regresaba en el momento de volver a poner en movimiento.