fiestas con plomo
Donald acudió a la llamada y se quedó sorprendido al ver que era una mujer y joven, la que había llamado. —¿Es ésta la casa de mister Stafford? —En efecto. —¿Está él en casa? —Un momento. ¿La anuncio? —No me conoce por el nombre. —¿No será usted miss Elsie de quien el señorito Allan habla con frecuencia? —No hay duda que sabe usted pensar. Yo soy, sí. —Avisaré al señor.