PAÍS LIBRO

Autores

m. l. estefanía

el sheriff de el paso

Después de marcar el último ternero, Víctor se limpió el sudor que corría por su frente. Abandonó el hierro de marcar junto al fuego y buscó la sombra de un sicomoro, cerca del arroyo, y se dejó caer completamente rendido. Era un hombre de buena figura, más bien delgado y, sin embargo, en sus antebrazos, al aire por tener la camisa remangada, se apreciaban fuertes y fibrosos músculos. Las sienes tenían la blancura que dan los años, aunque no parecía muy viejo. Si acaso, unos cuarenta años.