el misterio de las llanuras
La tormenta arreciaba cada vez con mayor intensidad y eso que hacía más de dos días que la nieve, en tromba, cubría los escasos árboles y vestía de una blancura inmaculada las rocas y la llanura. Dentro del fuerte los soldados no salían de la cantina nada más que lo imprescindible y el cantinero frotábase las manos de satisfacción porque la caravana al retrasar las salidas a causa de la tormenta, hacían mayor consumo de whisky y ron. Pero las reservas de los caravaneros estaban tan limitadas y el camino a recorrer tan largo aún, que no se excedían en el gasto a pesar del tiempo.