cien dólares para una caja
Los que salían de misa de la catedral de Santa Fe se reunían con los que estaban a pocas yardas ante el hotel La Fonda. Solían reunirse los domingos, para echar unas partidas de herraduras, juego que no había posibilidad de saber quiénes fueron los primeros que lo implantaron en la ciudad, pero que había arraigado de tal modo, que eran muchos los vaqueros y peones que se dejaban la paga de un mes, en apuestas a las que eran tan aficionados.