PAÍS LIBRO

Autores

m. l. estefanía

castigo compartido

La diligencia se detuvo ante la posta. Los curiosos se arremolinaban en tomo a ella, esperando ver algún conocido bajar de la misma. Ann Morton descendía del carruaje, con la esperanza de que alguien cercano a ella la estuviera esperando, aunque dudaba de que así fuera, ya que no pudo avisar con mucha antelación, y temía que no estuvieran informados en su casa de su llegada.