barriendo el pandhale
Patty, la dueña del Pato Negro, hizo señas al encargado del local, que era uno de los más concurridos de la ciudad ganadera, en la que la ley no era muy respetada. Acudid el llamado, al que dijo: —Avisa a Letta que se prepare. Pops está pagando a sus muchachos. Y no tardarán en presentarse aquí. Quiero que el mismo Pops sea bien atendido. —Sabes que ella no quiere alternar con los clientes. Y lo que haces no deja de ser una tontería. —Ya no se resiste. Tenía que acceder —dijo Patty, riendo.