acoso sin piedad
El sheriff se acercó a un pequeño armario de madera que formaba parte del mobiliario del que sacó una botella y dos vasos. Los llenó hasta el borde, ofreciendo uno de ellos al alto y joven forastero. Mojó los labios y paladeó, chasqueando la lengua contra el paladar. Finalmente envió todo el líquido de un solo trago a su «bodega».