¡acorralados con plomo!
Lucy era un buen jinete. Había empezado a montar a caballo cuando aún no sabía andar por su pie. Desmontó con habilidad. Ellos también miraban a los curiosos, porque no vestían como cazadores y no esperaban que lo fueran. A pocas yardas había una nave que recordaba a Lucy otro mundo. La presencia del barco en el muelle explicaba a los hombres lo de los curiosos. Debían ser pasajeros de la nave. El factor se hallaba en su almacén, que estaba lleno de clientes.