¿a «hacer» las siestas, duquesa?
Lucy, la dueña del hotel saloon Erizo, miraba sonriente a los que entraban en ese momento en el local. Los cuatro entraban riendo y hablando entre ellos. Los clientes que en esos momentos había ante el mostrador dejaban el espacio libre ante el mostrador, que ocuparon los que entraron. Maud, una de las tres empleadas que tenía y que era la preferida de Lucy, estaba atendiendo a unos clientes que ocupaban una mesa. —¡Maud! —dijo uno de los recién entrados—. Una botella de whisky y cuatro vasos a esa mesa —y señaló la indicada—. Invitación de la casa, ¿verdad, Lucy? El barman miró a Lucy, que le hizo una señal afirmativa.