oregón dandy
El bosque hablase llenado de ruidos en los últimos meses, empujando la caza hacia las crestas de las montañas, en huida desesperada de aquella perturbación, a sus atávicas costumbres. Los grupos de leñadores pasaban las semanas derribando árboles, llegando a emplear con los troncos de ocho a diez metros de diámetro, cartuchos de dinamita que hacían caer con estrépito y grandes destrozos en los árboles vecinos, a aquellos gigantes coníferos. Entre la espesa niebla que cubría el monte Hood, de 11.225 pies de altura, abríase paso con dificultad, frotando las manos entre sí, combatiendo el frío reinante en tal altitud, un hombre joven cubierto con un traje de gamuza y colgando del hombro derecho un Winchester de repetición. La estatura de este joven armonizaba con la vegetación que le rodeaba. Ésta se elevaba sobre los vecinos y él había de destacar al lado de otros seres, pues no todos alcanzan los seis y medio pies, que no tendría menos el cazador.