buscando a laura
El sexo desmedido, desbordante, ya es excesivamente frustrante en la vida de este hombre de 45 años, que lo único que hizo , es crear estrategias, tácticas de seducción, para satisfacer sus deseos básicos, siempre encubiertos por justificaciones trascendentes. Pero siempre llega un punto que aunque puedes engañar a todos, no puedes mentirte más a ti mismo, ya no puedes creer en ti, o al menos tus tácticas, no te convencen y satisfacen más. es ahí cuando tienes que pasar a estado superior de tus vivencias, te ves obligado, motivado y plenamente enfocado en crear una realidad alterna, pero tan verosímil, que puedes tocarla, también transformarla y disfrutarla. Es ahí cuando Víctor, decide crear a Laura, sacarla de unas letras, páginas apasionadas, llenas de incongruencias, que pueda caminar y mirarlo, hablarle, explicarse por si misma y besarlo como ninguna otra lo pudo hacer jamás, enardecerlo como ya ningún otro cuerpo real puede. Gran sorpresa, tendrá, al lograrlo, y más aun, cuando no puede controlar su inteligencia, que lo conoce mejor que él mismo. Es precisamente su táctica para seguir con su esmerado y finísimo auto engaño, lo que desnuda su más dolorosa y desconcertante verdad. No hay otra forma para trascender, que chocar firmemente con la verdad y parado sobre ella, volar. La otra opción es desaparecer, esconderse hasta de si mismo, sobre todo de si mismo, en la mediocre cotidianidad, y morir cuanto antes. Vivir solo para esperar la muerte. ¿Cual decide emprender Víctor? ¿Lo mismo que puedes hacer tu, yo...? Una historia llena de relatos, vivencias, fantasías eróticas, pasiones reprimidas y transgresiones exigidas para vivir a plenitud, el amor, la vida que todos deseamos y creemos merecer. Así comienza a crearse esta Oscura Fantasía Erótica. Del género "Una película para ser leída" Comenzando el siglo XXI, yo tenía la edad de Jesucristo, quiero decir por supuesto, la edad en que murió. Enfrentaba cierta crisis existencial, no reconocida, sumada a una pobre vergüenza profesional, por los escasos logros que podía contar, en mi vida. Cuando tenía 25 años, estudiaba artes escénicas y era demasiado rebelde para la tolerancia del sistema, escribí una obra de teatro, que solo yo tuve la fortuna de conocer, donde la vida debía ser ganada, evaluada a ciertas edades, presentar tu proyecto para merecerla y podía ser quitada, por el grave hecho de no haber cumplido un propósito, o simplemente por no tenerlo. Al escribirlo, yo era un potente creador de vida, al que ningún obstáculo limitaría sus éxitos. Ahora visto en el presente, yo ante aquel recto tribunal incorruptible, era el más evidente fracaso, de mi propio tratado de humanidad perfecta, futurista, y por supuesto el primero en ser despojado de una existencia insignificante, que nada aportó al mundo maravilloso que tantas oportunidades ante mi dispuso. Como lo más natural en el ser humano corriente, suelen ser las justificaciones, adorné la mía. Las circunstancias cambiaron demasiado, desde que pensaba y escribí aquella despiadada obra, manifiesto de una intolerancia fascista, y pensando mejor, quiero decir, atenuando en mi favor, ante mi propio tribunal, de conciencia inquisidora, sí, había hecho algo, mucho puedo decir. Yo soy, en ese momento, iniciando el siglo XXI, a la edad de treinta y tres años, un magnífico amante, que proporciona incalculable felicidad a las personas que tienen la suerte de cruzarse en mi camino y que yo, repare en ellas, por cualquier insignificancia, que resulte atractiva a mi morboso ser. Creí, me creí, que para eso estaba en este mundo, en este cuerpo. El sexo está por encima de todos los estimulantes, las drogas, de todas las atracciones y tentaciones a las que sucumbe el ser humano. Este potencial extraordinario, que yo veía y cultivaba como un arte, lo es, sin dudas, que también es una ciencia, según la conveniencia y la circunstancia, puede ser adictivo, destructivo, también magnánima ment creativo, si se domina como sé que se puede.