PAÍS LIBRO

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lou carrigan

violación de correspondencia

El inspector Howard, jefe de la Delegación del FBI en Nueva Orleáns, asintió con la cabeza. —Espero que usted se dé cuenta exacta de lo que significan sus palabras, señor Demaree. Giles Demaree, soltero, cincuenta años, millonario, lleno de salud y formidable su aspecto, frunció las espesas cejas grises. —¿Qué quiere decir? —Que usted está haciendo una denuncia federal. Si se ratifica en lo dicho, y firma la declaración, ya no podrá volverse atrás: el FBI seguirá trabajando hasta llegar al final.