PAÍS LIBRO

Autores

lou carrigan

la red llena de peces

La rubia que conducía el Convair entró en el estacionamiento conduciendo casi demasiado lentamente. Cuando se detuvo ante la máquina expendedora del tíquet y bajó el cristal de la ventanilla, sacó el brazo, pero sin volver la cabeza. Tomó el tíquet con sus enguantados dedos, el brazo desapareció, el cristal subió de nuevo, y el coche se deslizó por la rampa silenciosamente. Era un parking enorme, de varios sótanos. Parte de él era para los inquilinos del edificio, y parte era utilizado libremente. En una ciudad como Nueva York, y en pleno Manhattan, cualquiera destinado a estacionamiento era considerado un tesoro… La rubia desvió su coche de la rampa al llegar al segundo sótano. Buscó un lugar donde estacionar su automóvil, lo hizo, paró el motor, y quedó inmóvil, con la mirada fija en uno de los coches allí estacionados.