persecución implacable
Lo había pensado muchas veces pero no me atrevía. Me decían que allá aparecía gente decapitada en las calles; los cuerpos colgando de los puentes, muertos flotando en los ríos o deshechos en ácido sulfúrico, y hasta en las zonas céntricas de la ciudad las ráfagas de ametralladoras de los sicarios del cartel mataban a culpables e inocentes. Pero la tentación de visitar era tremenda, porque sexo y la posibilidad de tenerlo mueve al hombre. Y yo estaba muy solo.