valía la pena morir
WILL, ¿no oyes nada extraño? El aludido dejó de fumar para mirar burlonamente a su compañero. —¿Oír? Claro que oigo —tendió el oído hacia el cercano seto y volvió a encararse con su camarada—. Mira, ese pájaro que acaba de cantar tan armónicamente, es un sinsonte. Y ese otro ruido lo forman los picamaderos picoteando las cortezas de los árboles.