PAÍS LIBRO

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lem ryan

manos vacías

El viento aulló con fuerza entre las copas de los árboles, agitando las hojas con violencia, mientras la noche, con su manto de oscuridad tras de sí, envolvía el ya lívido cielo de la campiña británica. La luna, como es corriente en las frías y húmedas noches de las islas, en pleno invierno casi, surgió pronto en la cada vez más oscura bóveda celeste. No había niebla, por fortuna, cosa que facilitaba la visión de Gary Simpson, que, enarbolando nervioso su linterna, enfocaba con ella cuanto se hallaba ante él, temiendo algo... Ni siquiera él sabía qué. Su «Austin» estaba cerca, infundiéndole seguridad con su metálica carrocería, como un último recurso a utilizar en previsión de algún posible peligro. Pero ni aun así se sentía tranquilo. Ni siquiera sintiendo en su zurda, hundida en el bolsillo de su chaqueta, la frialdad de un negro y chato revólver. Sabía que estaba cerca. Muy cerca.