un marido por encargo
Cassie Kerrigan se había instalado en la casa de unos clientes para cuidarla y supervisar la obra que tenía que estar terminada antes de que los propietarios volvieran de vacaciones. Jake Abbott necesitaba paz y tranquilidad para hacer un estudio de mercado, así que la casa vacía de su hermano parecía ideal. De manera inesperada, Cassie y Jake se encontraron compartiendo vivienda y tareas domésticas, algo que ninguno de los dos había previsto. A ella la habían contratado para cuidar de una casa, no de un hombre al que sólo le interesaba su trabajo y que, para colmo, parecía que quería transformar aquel arreglo temporal en algo más íntimo.