PAÍS LIBRO

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keystone henry

los muertos pueden esperar

CUANDO Kathleen Ridell descendió de la diligencia en el poblado de Agua Nueva, condado de Socorro en el territorio de Nuevo Méjico, lo primero que vio fueron las altas Cumbres de Sierra Madre. Lo segundo que le llamó la atención fue el furioso galope de un caballo, un grito ronco y un hombre corriendo delante del animal. El jinete, un hombre de treinta años, bastante sucio y con la barba de una semana, lanzó su cabalgadura contra el hombre que huía.