PAÍS LIBRO

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keith luger

los cuervos se reúnen

NO me gustó ninguno de los dos tipos que entraron en mi despacho. Yo estaba pensando en Mary, una rubia estupenda que iba a caer en el bote. Había quedado con ella citado para las seis de aquella tarde y ahora eran las cuatro y media. Y a esa hora, como les digo, aparecieron los dos energúmenos. Era la mejor forma de calificarlos. Ninguno de los dos se podía comparar con Mary, desde luego.