PAÍS LIBRO

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keith luger

ataúd para un espía

—¿Quién es la pelirroja? —preguntó Marcel Huard al camarero. —Sólo sé que se llama Geneviève y que dirige una fábrica de bañadores femeninos. —Deberías estar mejor informado para atender a tus clientes, Piérre —sonrió Marcel. —Le aseguro que es la primera vez que viene por aquí. Marcel estaba sentado en un taburete, bebiendo su ginebra con hielo. Sus ojos, tras las gafas oscuras, observaron a la pelirroja que había llamado su atención. Era un hermoso tipo de mujer. Ella examinaba la piscina como si estuviese tomando las medidas. Le acompañaba un hombre que resultaba más bajo que ella, un calvo que tomaba nota cada vez que la pelirroja hablaba.