excursión al infierno
El autobús se puso nuevamente en movimiento.Abby, pálida, miraba continuamente a Trevor, pero éste no decía nada. La azafata estaba tan asustada como el que más, y por ello no se atrevía a hablar.Poco después, el tipo que apuntaba a Trevor ordenó: —Toma ese camino que se ve a la derecha.—¿Adónde conduce? —preguntó el conductor.—Al Infierno —respondió el sujeto, con una sonrisa que helaba la sangre.