el orgullo de los skelton
Patricia Skelton salió de la casa, vistiendo ropas de montar. La mañana era espléndida, y le apetecía mucho dar un paseo a caballo por las extensas tierras del rancho, muy ricas en pastos, los cuales servían de alimento a los varios miles de reses que se criaban en él. Unas reses de excelente calidad, que se cotizaban muy alto. Y no sólo en la región, sino en todo el territorio de Arizona. Y aún más lejos, porque la fama de las reses de Sam Skelton hacía años que había cruzado la frontera. Sam Skelton tenía motivos para sentirse orgulloso, desde luego.