el monstruo del lago hunt
EVELYN Anderson llevaba una semana escasa trabajando como dependienta en la tienda de confección de Philip Stander, un cuarentón no mal parecido que observaba a sus empleadas de forma más bien descarada. Y, en ocasiones, hacía algo más que observarlas. Al menos, eso había oído decir Evelyn a sus compañeras de trabajo. Pero ella no podía afirmar que fuera cierto, porque no había visto a Philip Stander poner la mano encima a ninguna de las chicas, todas ellas jóvenes y atractivas.