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Los graderíos del estadio de la Juventus se hallaban repletos de público, porque el partido había despertado una gran expectación. Era un encuentro muy importante para el equipo turinés, ya que precisaba alzarse con la victoria para poder mantenerse al frente de la clasificación. Si empataba o perdía se vería seguramente rebasado por el Inter de Milán y la Roma, los dos equipos que, junto con la Juventus, luchaban por conquistar el campeonato. Eran los tres máximos aspirantes al título de campeón, los que más posibilidades tenían de alzarse con el triunfo final. Se habían destacado notablemente del resto de los equipos, y estos estaban prácticamente descartados, porque la competición se hallaba muy avanzada y eran pocas las jornadas que quedaban por celebrarse.