PAÍS LIBRO

Autores

josé maría canellas casals

la soga del verdugo chino

Rápidamente descendió hasta la torre. No bien hubo llegado a la mitad del puente, cuando se oyó el ruido inconfundible de un cuerpo cayendo al agua. Mack-Wan soltó un supremo aullido y por el rostro del miserable cómplice de “Tres Garras” se deslizó una sonrisa cruel y repulsiva. Había arrojado a Jim al agua. Mack-Wan no debía temer por el agua, puesto que nuestro muchacho era un excelente nadador, pero se puso furioso al considerar los resultados que podría tener un encuentro en aquel elemento entre el muchacho y “Tres Garras”.