la rueda de sangre
—¿Qué buscabas? —exclamó, sonriendo, el “speaker”. La cínica sonrisa de aquel hombre conmovió las entrañas del “Invencible” hasta el fondo. No le contestó, limitándose a sonreír con la misma tranquilidad imperturbable de cuando estaba libré. —¡Ah, ya lo sospecho!; venías a por tus pupilos... por los enanos, ¿verdad? No te preocupes, están en buenas manos. No tardarás tú mismo en verte igual. ¿Qué más quieres?