PAÍS LIBRO

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john evans

nimbo de sangre

AQUELLA fue la tarde en que me dirigí a una de las modernas casas coloniales del distrito de Lincolnwood, con objeto de hablar con una muchacha de diecinueve años, llamada Sally Kurowski, que no quería abandonar su puesto de camarera, para volver a su casa y al lado de Su madre. No tuve la suerte de disuadirla, aunque bien es verdad que no me esforcé demasiado en ello. La muchacha tenía su propia habitación, el trabajo no era muy pesado, la casa estaba limpia y la joven no había de sufrir ninguna clase de molestias por parte del habitante varón de la vivienda. Y no me costó demasiado averiguar algunas cosas, muy diferentes, en su propia casa.