una estrella con pistolas
Oscar Pimpelberg, el colosal productor de películas está enojado. Y cuando Oscar Pimpelberg está enojado, el personal de Aurora Films Inc., desde las estrellas hasta las mujeres que barren, corre a ponerse chalecos a prueba de balas. ¿Por qué está enojado Oscar Pimpelberg? Muy sencillo: durante varias semanas el hombre ha estado trabajando como un negro en una isla del Pacífico rodando “Llamada en la selva”, una epopeya capaz de elevar la presión sanguínea a cualquiera menos a su autor, el anémico Wilburn Strong. Pero las cosas no marchan a entera satisfacción de Oscar, porque Joy O’Dawn, la preciosa muchacha cuyas formas atraen a las masas a las taquillas de los cines, sospecha que alguien, no identificado, abriga contra ella propósitos deshonestos. La chica está de un humor tempestuoso y, a la más pequeña provocación, suelta en torno suyo un diluvio de bofetadas que no respeta a nadie, ni siquiera a Oscar Pimpelberg. Entra en escena un nuevo personaje: Sam Hubbard, el agente publicitario de Joy, que es el único que en la isla del Pacífico logra conservar la sangre fría, incluso en los momentos en que aparece Cuthbert, especie de hombre mono cuyo papel en esta novela el lector querrá averiguar por sí mismo.